REIVINDICAN VALIDEZ DE MITOS
Reivindican validez de mitos |
Yanireth Israde
Ciudad de México (27 junio 2012).-
"No faltaría quien me tachara de catastrofista", calibra ahora, "pero ya lo estamos viendo". López Austin, cuyas aportaciones al estudio de Mesoamérica le valieron un homenaje en la Universidad de California, advierte que el mundo cambia "a pasos agigantados", pero no para beneficio del ser humano. El panorama, con una complejidad internacional común, en México se agrava. "¿Por qué? Por tradición histórica, por el pensamiento colonial, por la dirección de unos cuantos, por la tremenda brecha económica. Son muchos los factores, por ejemplo la discriminación de todo tipo —sexual, de clases, de razas— somos un pueblo de intolerantes. "Considero que el conocimiento es una de las vías para terminar esta situación. No digo que la ciencia todo lo resuelva, pero sí mucho; creo que la ciencia es un instrumento para el bienestar y la dignidad del ser humano", pondera el autor, quien reedita "El conejo en la cara de la luna. Ensayos sobre mitología de la tradición mesoamericana". En esa obra, publicada por Era, destaca la vigencia de las narraciones míticas entre los pueblos indígenas mexicanos. La consideración de ellos como textos literarios hace olvidar que "más allá de su valor estético, los mitos se entretejen diariamente en la vida de sus productores", previene. El autor recupera mitos asociados con los eclipses, los poderes del chocolate, el símbolo del águila que se yergue sobre el nopal para devorar la serpiente, el tlacuache, los dualismos, los opuestos y los complementos, entre muchos otros publicados originalmente en las revistas México indígena y Ojarasca. ¿Hace falta voltear al mundo indígena para cambiar en otro sentido, hacia una dirección que no perjudique al ser humano? México, se escucha con frecuencia, es un mosaico cultural, pero no se dice que los componentes de tal mosaico no interactúan lo suficiente, no se comprenden ni dialogan. Es una riqueza desaprovechada. "Tenemos una impronta colonial muy negativa, que repercute principalmente en esa falta de interacción. Es una riqueza cultural que no nadamás no comprendemos, sino que no utilizamos, porque la riqueza cultural se potencia con el diálogo, y para cualquier persona no indígena, un indígena es un desconocido, y muchas veces para cualquier indígena, un no indígena también es desconocido". Lo mismo ocurre con otros grupos humanos que integran la sociedad mexicana, añade, entre ellos la población negra. Pero una cosa es la interacción cultural y otra, muy distinta, la "revoltura", advierte. "No soy de la idea del caldero en el que todo tiene que revolverse. Para mí, riqueza no es revolver, es convivir, y convivir no nadamás tolerando, sino dialogando, aprovechando, manteniendo diferencias en diálogo y hasta donde cada quien quiera mantener su carácter diferente, no es cuestión de obligar a nadie a que siga siendo de una manera particular, sino que tenga absoluta libertad de cambiar como quiera". "Las minorías", prosigue, "debemos considerarlas partes constituyentes, entenderlas, darles su lugar y establecer con ellas una relación de reciprocidad, enriquecedora para todos, para ellos y nosotros". Otro país sería México si practicara un diálogo abierto y eficaz, plantea el académico del Instituto de Investigaciones Antropológicas, quien fue abogado en Chihuahua antes de convertirse en historiador. "Digo eficaz en el sentido no nadamás de dialogar, sino de que nuestra voluntad, nuestra opinión contribuyera para formar al País. Eso sería constituir una democracia en México, que no existe. La democracia no es ir a votar cada vez que hay elecciones, sino participar en el mundo en que uno vive". Religiones cautivadoras Alfredo López Austin no es un hombre religioso, pero las religiones lo cautivan intelectualmente, sobre todo por lo que tienen de racional. "Es un aspecto que no se menciona mucho en las religiones, siempre se destaca lo misterioso, lo oculto, lo oscuro, pero éstas también muestran, cuando menos al creyente, cómo es el mundo, cómo funciona y este aspecto me llama mucho la atención: la religión en su sentido racional, no irracional". Tras la publicación en 2010 del libro "Templo Mayor, monte sagrado", en coautoría con Leonardo López Luján, el historiador trabaja en dos investigaciones, una centrada en el trabajo, que según la tradición mesoamericana no es un castigo, sino una obligación moral que involucra a los vivos, a los muertos y a las divinidades. La segunda línea de investigación se enfoca en las diferencias entre el tiempo terrenal y el tiempo mítico. |
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