Ya no hay más trenes locos, ni lunas por ladrar; Adiós Ozzy Osbourne
Me siento extraño desde que supe y asimilé que Ozzy murió. No fue sorpresa, su cuerpo llevaba años cargando más historia que salud, pero algo dentro de mí no estaba listo. Vi su último concierto, Back to the Beginning , y pensé que sólo vería vejez, pasividad, el adiós de alguien cansado. Pero fue lo contrario. Fue fuerza. Ganas. Gozo. Un deseo desbordante de disfrute que luchaba contra una enfermedad que lo mantenía en reposo. Y en su despedida, entronizado su cuerpo, luchaba por parecerse y disfrutar su fiesta, su despedida. Vi la pasión por lo que un hombre puede amar, la música. Vi a un hombre considerado endemoniado ser profundamente emotivo. Agradecido con la vida y con el puro momentum. Había algo sagrado en verlo disfrutar lo que más amaba, esa música que hace un eco profundo en mi. Esas melodías que me mantuvieron andando, que me sostuvo cuando todo lo demás colapsaba. Fue doloroso, sí, pero no en un sentido negativo. Fue ese otro tipo de dolor, más difícil de explicar. ...